Llevar flores a los difuntos es una tradición extendida en muchas culturas. Es un modo de mostrar respeto y cariño a esa persona que tristemente acaba de dejarnos.Un gesto que sirve para honrar su memoria. Sin embargo, esta costumbre comenzó hace muchos años con una finalidad bastante distinta. ¿Te imaginas cuál?.

Es habitual que ante el fallecimiento de un ser querido compremos coronas o para poner en su tumba como señal de aprecio. Es parte de nuestra cultura llevar u otras flores a los muertos, en el velatorio y también luego en el entierro. Les llevamos flores como señal de amor, respeto y admiración. Pero, ¿cuál es el origen de esta tradición?
El origen de esta extendida costumbre se remonta a tiempos prehistóricos y que comenzó debido al poder perfumador de las flores. Los cadáveres estaban expuestos varios días antes de ser enterrados para ser velados y se colocaban flores para amortiguar el mal olor de los cuerpos. Es obvio que antes no existían los modernos métodos de conservación que utilizamos actualmente por lo que los difuntos comenzaban a desprender malos olores después de llevar varios días a la intemperie, y especialmente en épocas y climas calurosos
Para evitar ese desagradable olor durante el velatorio, que podía durar varios días, se cubrían los cuerpos con flores hasta el día entierro. Sabemos que el origen se remonta a la antigüedad porque que se han encontrado restos de en tumbas de hace más de 2.500 años incluyendo la tumba de Tutankhamon, el gran faraón egipcio, que murió en el año 1346. A pesar de que ahora contamos con otros métodos la tradición se ha mantenido y rodeamos de los ataúdes durante los velatorios y adornamos también las tumbas con o diversas composiciones florales.
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